“VACACIONES”, Marta Arias Menéndez, 1º ESO A
El otro día le dijeron a Ana que iba a ir a Hawai porque su padre tenía una reunión de trabajo. Cuando se enteró fue corriendo a hacer la maleta (se marchaba en doce horas). No sabía qué llevar, pero se imaginaba que haría calor así que metió todos los pantalones cortos y camisetas de tirantes. Cuando terminó, bajó corriendo a la cocina para decirles que ya tenía todo listo para el viaje.
Al día siguiente se levantó enseguida y despertó a sus padres. Se vistieron y desayunaron pero, antes de irse, le dieron un regalo: era un diario para el viaje, para escribir todo lo que harían.
Día 1: la señora gruñona
Cuando llegaron al avión Ana se portó muy mal porque empezó a dar patadas al asiento de delante. Cuando la señora gruñona le dijo a ver si podría dejar de dar patadas, el padre de Ana se disculpó, pero a ella le cayó una buena bronca.
Día 2: la piscina
Ayer habían tenido un día muy ajetreado y durmieron profundamente. Cuando Ana se despertó fue corriendo a la cama de sus padres para despertarlos, pero como no le hacían caso se puso el bañador y se fue a la piscina. Cuando sus padres la vieron fueron a buscarla. Ella estaba empapada y ellos se enfadaron.
Día 3: Excursión con viejos
Después de desayunar se fueron a un autobús con gente vieja, según su madre “gente mayor”. Eran pesadísimos. No paraban de tirarle de los mofletes y de decir “qué niña tan guapa”, “se parece a mi nieta”. Ella pensaba “pobres nietos, qué desgracia”. Ella ponía caras raras y, cuando bajaron del autobús, su madre la regañó.
Día 4: el Spa
Se levantaron pronto porque hoy el padre de Ana tenía la reunión. Mientras él iba a la reunión, ellas fueron al Spa y lo pasaron genial. Fue un día de relax.
Día 5: el volcán
Hoy iban a ver un volcán. Les habían dicho que tuviesen cuidado porque había muchas piedras y se podían caer (basta que lo dijesen para que Ana se cayera) y así fue, se cayó y la tuvieron que llevar al hospital. No fue un día muy divertido. Se había roto el brazo.
Día 6: De vuelta a casa
Se levantaron, desayunaron, hicieron la maleta y se fueron a coger el avión. Cuando ya estaban sentados Ana le dijo a su padre que, a pesar de tener un brazo roto, se lo había pasado genial.